PASTORAL SOCIAL DIÓCESIS DE LA CEIBA
La Pastoral Social de la Diócesis de La Ceiba ante los acontecimientos violentos
sucedidos en Pajuiles el día de hoy 10 de agosto del 2017, se pronuncia ante el
pueblo hondureño y las instituciones internacionales con la máxima preocupación
ante la exhibición de autoritarismo en contra de personas buenas y humildes que
defienden la vida de sus comunidades y su futuro.
1° Rechazamos el uso arbitrario y desproporcionado de la fuerza por parte de la
Policía Militar de Orden Público y la Policía Preventiva en horas de la madrugada
contra el campamento pacífico y digno en la Aldea Pajuiles, departamento de
Atlántida, sin mostrar ninguna orden judicial. Ellos son parte del pueblo pero
actúan contra el pueblo pobre, obedeciendo las órdenes de los que imponen la
razón de la fuerza y no la fuerza de la razón y la justicia.
2° Rechazamos la detención arbitraria de Oscar Martínez, Orlando Geovany Pérez,
René Mejía Calderón y Angélica Recinos, cuatro personas reconocidas por su
compromiso y entrega al bien común de la comunidad, y exigimos su liberación
inmediata por ser un atropello a todos sus derechos constitucionales. Pedimos que
se deduzcan responsabilidades a los promotores de estas injusticias y no se
criminalice a personas que sólo le hacen bien a Honduras. Nos parece vivir en “el
país del mundo al revés” donde se persigue a los buenos y los corruptos caminan
tranquilos.
3° Denunciamos y rechazamos la parcialización de la Policía, del Ministerio Público
y de todas las instancias públicas a favor de los intereses del empresario Hasson
Hawit dueño de HIDROCEP y sus actuaciones en contra de los intereses legítimos
del conjunto de las comunidades del sector y del bien común. Si el lema de la
policía es “servir y proteger” ya nos damos cuenta que protegen intereses
particulares y no les importa el bien común.
4° ¿Qué defienden las comunidades al instalarse en campamentos para oponerse a
estos proyectos extractivos? Está claro que defienden la vida presente y futura, el
derecho humano al agua que se ve amenazado con estos proyectos, los bienes
naturales que son parte de la casa común que a todos nos cobijan y nunca se
pueden convertir en mercancía al servicio del lucro insaciable de empresarios
ávidos de riqueza rápida. Estas iniciativas son muchas veces el último recurso de las
comunidades ante el atropello a que son sometidas por empresarios que se
quieren adueñar de lo que es de todos y por las autoridades que actúan de
espaldas al pueblo y sin la mínima transparencia.
5° Denunciamos la actitud agresiva y violenta del dueño de HIDROCEP, Hasson
Hawit y su gente, contra las personas que se oponen legítimamente a este
proyecto. Denunciamos y rechazamos los hechos violentos acaecidos el día 4 de
agosto cuando una gran cantidad de gente de la parte alta bajó a enfrentarse con
los pobladores que están en contra del proyecto. Denunciamos que se manipule, se
compre la conciencia al precio que sea, se engañe a la población con migajitas y
regalías, que se quiera enfrentar a los pobres con los pobres, que se radicalice y
agudice el conflicto provocando más violencia. Y le responsabilizamos por lo que
pudiera pasar. Le pedimos que medite y busque otros caminos que no sean la
fuerza y represión policial que agrava más el problema y aleja la solución.
6° Reconocemos la dignidad y el valor humano de muchas personas conscientes de
estas comunidades, que se entregan a estas luchas desiguales, personas buenas
que se arriesgan por defender lo que es de todos, lo que preserva la vida. También
la vida de los que hoy inconscientemente sólo ven lucro y dinero y no les importa
causar daños irreparables al medio ambiente que a todos nos traerá consecuencias
por generaciones. Reconocemos el valor y la dignidad de todas las organizaciones
que acompañan estas luchas de los más pobres.
7° Nos hacemos eco de las palabras del Papa Francisco en su encíclica sobre el
cuidado de la casa común en su numeral 53: “Estas situaciones provocan el
gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo,
con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado
nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los
instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo
y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud
“
Dado en la ciudad de La Ceiba a los 10 días del mes de agosto del 2017.
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